El gran mensaje
Con una relación desgastada, y casi llegando a su final, un final que rasgábamos por que no ocurra, conocí a otra persona, completamente diferente a las demás, muy extraña, pero muy natural, sutileza que mi compañera de aquel momento no tenía...
En el peor momento de mi vida tuve una relación particular con una jovencita, era casi una niña cuando la conocí y al final de nuestra relación seguía siéndolo.
(Ella) Había ingresado pronto a la Universidad, apenas meses después de terminar el colegio y yo intentaba por primera vez, hallar mi camino, que incluso ahora, muchos años después, no podría afirmar que encontré, era más que notorias las taras del colegio que tenía, y no es que le fue difícil adaptarse al ritmo universitario, todo lo contario, su problema era no madurar, pero no era inocente, solo bastante engreída.
Tardamos mucho en llevarnos bien, y meses después, terminamos juntos.
Vivimos una relación bastante absurda, y absolutamente sin sentido, gran parte de ella me la pasé en una crisis existencial que nunca me atreví a comentar – de hecho, no se lo comenté a nadie – tenía la idea que ella me permitiría salir de ahí -nada más equivocado-, pero, ¡cómo pedir ayuda sin siquiera pedirla!, pasaba por momentos difíciles, y seguramente ella también.
Nuestra comunicación era limitada, nuestras muestras de afecto también, ella aprendía a querer, asumo se esforzaba, pero nunca logró enamorarse de mí – y yo tampoco de ella –, nuestra relación mostraba una dependencia infame, yo la quería cerca porque me ayudaba en muchos momentos y ella me tenía a su lado porque le caía bien -o algo así-, nos tomábamos pausas largas donde no nos extrañábamos, y luego retomábamos algo resquebrajado, nunca se nos ocurrió si quiera conversarlo, ver qué podíamos mejorar, solo seguíamos juntos, y así muchos años, no sé si le quité la opción de amar de verdad, ya lo comenté, era joven, podía enamorase de alguien que no fuera yo, no sé si lo logrará hacer, cuando terminamos por última vez, no había madurado todavía.
Estoy seguro que no sentía celos de nada, no porque confiara en mí, sino porque no le importaba, era una compañera ausente incluso estando a mi lado, finalmente era una compañera en momentos de crisis aunque nunca se dio cuenta de ello -la inteligencia no era una virtud suya-, era poco pasional, por lo que mi lado racional casi que era desperdiciado y siempre buscaba estar sobre ocupada, por alguna razón quería hacer todo al mismo tiempo, un voluntariado, un trabajo, la universidad, un curso externo, lo que sea como para escapar del mundo.
Sé que alguna vez preguntó por alguna amiga mía, intentó cruzar información, no la juzgo, es más, casi que debería valorarlo, luego de eso, no recuerdo grandes momentos a su lado.
Con una relación desgastada – además de extraña e injusta – y casi llegando a su final, un final que rasgábamos por que no ocurra, conocí a otra persona, completamente diferente a las demás, fuera del molde, muy extraña, pero muy natural, sutileza que mi compañera no tenía – y estoy seguro no tendrá jamás –, además era muy intelectual, y atractiva, así que me vi en la necesidad de descubrirla, aunque eso implicara desplazar a la joven dama que fungía con poco entusiasmo de ser mi pareja.
En una absurda pelea, de las que teníamos casi a diario, decidí dejar de “conciliar”, no le dirigí la palabra de nuevo, ella esperaba que me acerca e intentara arreglar las cosas, pero parte de mi se había cansado de hablar más de lo que podía entender – lo que refuerza mi idea que no era tan lista como aparentaba –, pero en esta ocasión, guardé silencio, en algún momento se sintió incómoda, y me envió un mensaje.
Recuerdo vagamente aquel mensaje, decía algo como “hoy me pasó algo bueno, miré si me acompañabas para contártelo, pero no te encontré”, pocos días después terminamos definitivamente, me terminó definitivamente y se embarcó en algunas aventuras que no le fueron tan bien, me sorprendió enterarme que había perdido muchas amistades y que su imagen se había deteriorado.
Me gustaría tener aquel mensaje conmigo, nunca esperé que al final de nuestra relación, haya destellos tan grandes como esos.