La historia incompleta
La última vez que la vi se alistaba para su foto de graduación, pensé en decirle lo hermosa que se veía con su traje azul, verla sonrojar, sonreír y pensar que aún podía lograr que su rostro cambie de color...
La recuerdo con cariño, aunque ella me desprecie -sin justificación alguna-, siento conocerla, aunque no lo haga, las veces que conversamos fueron muy pocas, nunca aceptó salir conmigo, nunca llegó a las citas acordadas y finalmente me traicionó.
Recuerdo muy bien la primera vez que hablamos, me sentí muy incómodo en aquel momento, estábamos muy cerca, intenté dar un paso hacia atrás pero una pared me lo impidió, era la segunda vez que me ocurría, debo retroceder más de 9 años para volver a aquel salón del colegio Modelo donde, conversaba con dos amigos, Fernando y Rosa, ella, nos hablaba siempre con su afable gesto, como estábamos muy cerca, intenté retroceder y me encontré con el marco de aquella pizarra de tiza donde los docentes suelen dejar sus motas, años después volvería a pasar por lo mismo, pero con Luciana.
Recuerdo vagamente lo que conversamos, le comenté de su casaca, de sus amistades y luego no volvimos a cruzar palabra alguna, meses después nos encontraríamos en una situación particular, habíamos tomado demasiado y luego de pasado aquel momento de libido, decidió preguntar ¿Quién era yo?, como una invitación a una descripción que hasta ahora no encuentro, atiné a besarla de nuevo, evadiendo así una pregunta imposible.
Ese momento de su vida marcó un antes y un después para ella, Luciana intentaba tener una vida muy pacifica, era insegura y no sabía lo hermosa que era, ni cuando alto podía llegar, vivía enamorado de ella, pero nunca se lo dije y nunca lo supo, se enroló con poco éxito en una relación tormentosa, que, en el balance final, estoy seguro, le trajo más tristeza que felicidad, y yo ocupaba esos días con otra persona, en una relación igual de tormentosa.
Sumido ya en mi crisis existencial, dejamos de intercambiar mensajes, sutilmente le dije que estaba en problemas, pero no lo entendió, nadie hubiera podido descifrarlo, textualmente le dije lo atractiva que era, y creo que lo tomó como un agravio.
Nos encontrábamos en la universidad, alguna vez intercambiamos ideas, e intenté con poco éxito enseñarle cómo tomarse una pausa y no estar siempre a la defensiva, me comentó entonces que se sentía incómoda con mi presencia, no porque le cayera mal, sino porque se sentía intimidada, mi intención nunca fue crear esa tensión entre ambos, pero intentaba con poco éxito ponerla en la misma situación que ella puso la primera vez que conversamos -el arrinconamiento-, quedamos para salir durante mucho tiempo, salir de la ciudad por un día entero, era toda una aventura para ella, habíamos planeado todo, teníamos el día definido y quince minutos antes de la hora programada, llegué, pero ella no, la esperé durante horas, pero el destino parecía no cambiar, no contestó mis mensajes, ni respondió mis llamadas, por lo cual, entendía todo había terminado.
Pero para ella, eso no le bastó, creó toda una narrativa que desconozco, inventó que yo la incitaba a algunas situaciones que ella no quería, y finalmente, su pareja -con la que vivía aquella relación tormentosa-, vino a buscarme -no será la primera vez que me ocurra-, no estuve preparado para ese momento, pude haberle dicho la verdad, que era Luciana la que me pedía vernos, que era idea de Luciana el viajar y perdernos un día entero, que era ella la que conversaba conmigo de situaciones sin sentido, y que nunca tuvimos una conversación destacable -salvo la vez que me preguntó quién era.
Sentirse traicionado es complicado, es muy dificil y muy triste, años después contaría esta historia a mis amigos más cercanos y se reirían conmigo de aquel momento tan bizarree, Luciana empezaría a vestir una polera feminista, aunque que nunca le explicaron que, en aquella lucha, la parte más importante es la valoración y el respeto a una misma y a no dejarse humillar por un hombre.
Su mejor amigo me comentó que se sentía muy sola y deprimida en alguna de sus tantas rupturas, así que le envié un mensaje, un poco largo y denso, le decía que la soledad es difícil, y muy inquietante y que a veces lleva a uno a cometer errores, pero también abre puertas y que ella podría meterse por la ventana si quisiera, no lo entendió, días después retomó su relación.
No recuerdo haberla saludado de nuevo, no crucé palabra alguna, cada uno decide que hacer con su vida, y ella decidió muy mal, y yo también, la última vez que la vi se alistaba para su foto de graduación, no la quise mirar para que no se sienta incomoda, pensé en decirle lo hermosa que se veía con su traje azul, verla sonrojar, sonreír y pensar que aún podía lograr que su rostro cambie de color, pero no lo hice, creo que fue una buena decisión.